Mi teoría de conspiración favorita

No es difícil para una persona como yo imaginarse teorías de conspiración pues es un deporte que practico desde pequeño. Todo comenzó, otra vez, a partir de la muerte de mi padre. Como ya conté en otro episodio, luego de su deceso mi madre, mi hermano y yo nos trasladamos a la casa de mi abuela, la mamá de mi papá.

Yo amaba esa casa. Chica y antigua pero de patio inmenso y muchos árboles. Había un cuarto en la parte de atrás que mi abuelo usó por mucho tiempo como gallinero y lugar para mantener a sus conejos. Ahí cayeron muchos de los cachureos de mi padre, que era fotógrafo. El punto es que usualmente yo jugaba en ese cuartucho, trepándome a la higuera que estaba al lado para llegar hasta el techo y mirar a mis vecinas o para ver las costumbres raras de un vecino mío que hablaba ruso pero que, curiosamente, era fascista.

En ese enorme patio, como crecía mucha maleza en cierta época del año, mi abuela tenía a un tipo que le limpiaba todo y se lo dejaba impecable. era un loco indigente que manejaba una carretilla como si fuera un camión y le hacía gruñidos de motor y todo. Un verdadero loco. Su nombre era simplemente el Cáceres. Se decía que había sido incluso compañero de curso de mi abuela en el colegio y que se sentaba en el último puesto y no pescaba a nadie por lo que nunca había aprendido a leer. No era de familia especialmente pobre. Él había decidido ser así.

La cosa es que este tipo a mí me conocía de pequeño y siempre me tiraba la talla cuando estaba en la calle jugando a la pelota la mayoría de las veces. nosotros lo molestábamos pero era buena onda todo. Él siempre hablaba para sí mismo y se mantenía gruñendo como un motor de camión.

A veces, cuando me pillaba a solas en el patio me susurraba: "Hablé con tu papá ayer, te envió saludos". Y yo quedaba paralizado.

"¿Hablaste con él?"

"Sí, y te envió saludos... y tu abuelo Emilio también te mandó saludos. Están muy bien ambos. Me dijeron que te cuides". Y luego, se iba hacia el fondo del patio a limpiar y gruñía como un motor. Me dejó tan increíblemente pasamado que a los días después lo interrogué y le pregunté dónde se juntaba con él.

"En el cementerio, si ahí vive. No te lo quieren decir. Te están haciendo creer que no está. Pero está".

Armé toda una sarta de historias dentro de la cabeza de por qué mi madre, una mujer que se lo había llorado todo por esto, sería capaz de planificar algo tan perverso. No era lógico. Pero desde ese día siempre me imaginé que en alguna de etapa de mi vida, mi padre se acercaría a mí, me tomaría el hombro para confirmarme que este perverso plan, a la postre una mala broma del tipo que limpiaba el patio de la casa de mi abuela, podía ser verdad. Una vez más quería creer.

¿Cuál ha sido tu teoría de conspiración más verosímil, aquella en la que más has creído?