Límite

Haciendo uso de nuestra herencia hispánica hemos redactado una serie de acuerdos que regulan la sana vecindad. Y no hablo solamente con las naciones colindantes (¡adelante colindante!) sino con nuestros vecinos.

Por ejemplo, de huevones que somos, si usted se compra un lindo terreno con pastito y arbolitos y chanta su casa en ese terreno sabiendo que vendrán otros, el solo hecho de saberlo hará que usted eventualmente le agregue un puto muro. Pa que no se metan, porque si viene el pendejo de al lado a correr a su jardín uno es capaz de mandarle al perro pa que no se meta más.

Así, siempre actuamos en oposición a otros, marcando lo que es de uno y no pensando que a veces las cosas pueden ser compartidas. Ese jardincito común sería más bello aún sin el muro de por medio. Pero somos cerrados, nos clausuramos con facilidad y nos sentimos invadidos con cualquier cosa (el imbunche, ¿se acuerdan?).

Entonces, son naturales los problemas de lo mío y lo tuyo cuando se trata de conversaciones con Perú, Bolivia y Argentina. No es raro. Nos hemos matado en el pasado por eso.

Pero lo curioso es que dentro de nuestro país actuamos igual.

Cuente, postee, lo celoso que es usted con su límite territorial y los problemas que ha tenido por esto (creo que alguna vez hablamos de historias de vecinos también)